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viernes, 20 de mayo de 2016

COLONIA DE SACRAMENTO. Una ciudad en la costa del Río de la Plata.



Más allá de su apabullante patrimonio y cultura, esta pequeña ciudad cuenta también con buenas playas, una oferta turística de primer nivel y una zona franca ideal para comprar primeras marcas a bajos precios.


Desde lo alto del faro, Colonia del Sacramento es un mosaico de tejadillos y azoteas que sobresalen de vez en cuando entre las copas de los árboles. Sólo las torres de la sencilla Basílica del Santísimo Sacramento y el depósito de agua potable sobresalen con autoridad en un paisaje dominado por lo pequeño y lo chato. Mirada a través de las alturas, la ciudad muestra la estrechez de una geografía impuesta por los caprichos de la política internacional. Asentada en la Punta de San Pedro, un pequeño saliente rocoso que apunta hacia el Río de la Plata, la ciudad nació y creció entre las turbulencias de las dos grandes potencias mundiales de la época. Portuguesa, primero, española, después y uruguaya desde la independencia del país a inicios del siglo XIX, la plaza fue escenario de luchas, conquistas y reconquistas, un activo tráfico de contrabando, la avidez de los piratas y mil y un avatares más. Si se mira hacia poniente, a lo lejos, se pueden ver las cimas de los rascacielos de la vecina Buenos Aires. Y de ahí la importancia de la pequeña ciudad que nació para contrarrestar el poderío español de la orilla sur del estuario del Plata.

De aquella época turbulenta quedan restos de las antiguas fortificaciones y un urbanismo encajonado entre baluartes, murallas, fosos y puentes levadizos que asoman en lugares como la Puerta del Campo, una de los pocos tramos bien conservados de lo que fueron una de las fortificaciones más importantes de esta parte del mundo. Calles empedradas, casitas con tejados a dos aguas, playas, restaurantes, zonas de compras a bajos precios, una oferta hotelera de primer nivel… Esta pequeña y preciosa ciudad de 26.000 habitantes es una de las paradas obligadas de cualquier viaje a la República del Uruguay y una escapada interesante para los exploran los secretos de Buenos Aires. 179 kilómetros separan Colonia de Montevideo y desde la capital argentina, hay varias conexiones marítimas al día (apenas una hora de travesía).




Una ciudad para caminar
La presencia portuguesa creó una ciudad singular muy distinta a las que levantaron en el Continente americano los españoles. El urbanismo de trazado irregular y angosto, los pasajes y callejones nos recuerdan a los viejos cascos históricos de Europa. Como también son de otras épocas y geografías los nombres que adornan las calles: Los Suspiros, El Comercio, Las Flores, Real, La Playa…Colonia es una ciudad para disfrutar del paseo tranquilo y pausado. No importa pasar cuatro o cinco veces por el mismo sitio. La Plaza Mayor, donde se encuentra la Basílica del Santísimo Sacramento y los restos de las primeras edificaciones de época portuguesa, y la plazoleta Miriam Gatti son los epicentros de la vida ciudadana a intramuros y buenos puntos de referencia para ir , venir y volver a ir explorando a conciencia todos los rincones de esta ciudad hermosa que tiene el estatus de Patrimonio de la Humanidad concedido por la UNESCO en 1995.

Las casas portuguesas alternan con las construcciones españolas y las típicas casonas de estilo porteño que se extendieron a ambos lados del Río de La Plata tras la independencia. Pero los adoquines, las buganvillas, las palmeras, el exquisito cuidado de los edificios, los típicos colores chillones y la coqueta costanera (paseo marítimo) añaden un indudable y único encanto al conjunto. Abundan los alojamientos auténticos y también los buenos lugares para tomar algo o reponer fuerzas tras una jornada de caminata. Si eres de los que gustan de los atardeceres gloriosos, el Paseo de San Gabriel o la escollera del Muelle de Yates son ideales para ver como el sol se hunde en las aguas del Río de La Plata.

El ensanche de la ciudad moderna, más allá de la calle Ituizangó, muestra la típica traza en damero de las ciudades de esta parte del mundo. Eso sí; acá nada es desmesurado y la ciudad ‘moderna’ respeta el pedigrí de sus piedras más ilustres. En esta zona se concentra la gran parte de restaurantes (sobre todo en los alrededores de la avenida General Flores), hoteles y posadas. El principal espacio público de esta zona es la Plaza 25 de agosto, ideal para sentarse a ver pasar la gente o, simplemente, tomar un mate, la bebida nacional uruguaya por antonomasia. A pocas ‘cuadras’ del puerto, donde arriban los barcos que llegan desde Buenos Aires, se encuentra la Zona Franca de Colonia (General Flores), un verdadero paraíso para las compras donde se puede comprar casi de todo a precios muy bajos.

Al norte quedan las playas. Una de las más alejadas del centro es la del Real de San Carlos, el lugar donde los españoles situaron su campamento militar durante la conquista de la colonia portuguesa allá a mediados del siglo XVIII. Una curiosa huella de este pasado hispánico en la zona es la Plaza de Toros, que, aunque en ruinas, presume de ser el coso taurino más meridional del mundo. A partir de aquí, varios kilómetros de arenas claras bañadas por las aguas tibias color café con leche del Río de La Plata. Una buena opción para un paseo. El Balneario, Oreja de negro y El Álamo son las principales zonas de baño de la ciudad. Que el color del agua no te intimide. Está limpia y con una temperatura ideal para pasar un buen rato a remojo.




Ciudad de museos
La impresionante historia de la ciudad queda de manifiesto en sus modestos pero interesantes centros museísticos. Para rastrear el pasado más remoto de la ciudad queda el Museo Indígena que expone piezas arqueológicas de las diferentes sociedades indígenas que habitaron el lugar antes de la llegada de los colonizadores europeos; se exhiben materiales de industria lítica y cerámicas.

De la etapa de ocupación lusa queda el Museo Portugués que rastrea las primeras décadas de historia de la ciudad a través de restos arquitectónicos, objetos de los primeros colonos, mobiliario de origen luso y una interesante colección de cartografía de la época. Otras visitas interesantes son la Casa de Nacarello, una de las pocas construcciones de la época que aún se mantienen en estado original y que muestra el ambiente doméstico de la época y el Museo del Azulejo. La llegada de los españoles impuso nuevos hábitos y costumbres que se explican en el Museo Español. Y si lo que se prefiere es tener una idea general de todo, quedan el Museo Municipal Bautista Rebuffo o el Archivo Regional.



Dos visitas para ir con niños
Colonia del Sacramento también ofrece actividades ideales para disfrutar en familia. En pleno barrio histórico se localiza el Acuario de Colonia del Sacramento, un divertido museo en el que, a través de grandes tanques, se muestran las diferentes especies de peces que habitan en los ríos de Uruguay. Otro lugar ideal para disfrutar con los niños es el Museo de los Naufragios y Tesoros, en el que se hace un repaso divertido y muy interactivo a los principales episodios de la historia naval de la localidad. Se muestran restos de pecios localizados en el Río de la Plata, cañones, monedas de oro, maquetas de navíos y una curiosa reproducción del interior de un barco pirata del siglo XVIII. Otra buena visita para los niños es el Museo Paleontológico, que muestra una interesante colección de fósiles de la mega fauna pampeana como el megaterio, el gliptodonte o el lesodonte, entre otros bichos enormes.










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