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viernes, 12 de septiembre de 2014

LAS CATARATAS VICTORIA. El humo que truena.


Las cataratas Victoria o "Mosi-oa-Tunya" (el humo que truena) son unas cataratas en el sur del continente africano, entre los países  de Zambia y Zimbabue. Las cataratas, por su tamaño, son las más grandes del mundo, además de tener una forma inusual. En sus alrededores existe la mayor diversidad de vida salvaje observable en un conjunto de cataratas y siendo fácilmente visible.
Mosi-oa-Tunya es el nombre usado por la población local mientras que Victoria es el nombre dado posteriormente por los exploradores Europeos.
Aunque las Victoria no son ni las cataratas más altas ni las más anchas del mundo, sí son las más grandes por la cortina de agua que forman, de 1.7 km de anchura y 108 m de altura.
La forma inusual de las cataratas Victoria permite ver la anchura y altura total de las cataratas desde tan solo 60 metros de distancia ya que el río Zambeze cae en una profunda y estrecha sima conectada con una serie de gargantas. Una serie de pequeñas cataratas permiten tal aproximación a pie.
Muchos de los animales que viven en África se pueden ver en las inmediaciones de las cataratas Victoria, así como una gran cantidad de los peces que viven en el río Zambeze —39 especies antes de las cataratas y 89 después— representan gran parte de la vida acuática del continente, permitiendo una vista de la fauna salvaje junto con un paraje natural incomparables.





Las cataratas Victoria son una de las mayores atracciones turísticas de África y son Patrimonio de la Humanidad. Compartidas por Zambia y Zimbabue, cada país tiene su propio parque nacional para protegerlas y hacer las funciones de centro de turistas: el Parque Nacional Mosi-oa-Tunya y la ciudad de Livingstone en Zambia, y el Parque Nacional Victoria Falls y la ciudad de Victoria Falls en Zimbabue.
Las cataratas están formadas por la caída en picado en una sola vertical de una sima de entre 60 y 120 m de anchura, esculpida por sus aguas a lo largo de una meseta de basalto. La profundidad de la sima, llamada “Primera garganta”, varía entre los 80 m en su parte más occidental hasta los 108 metros en el centro. La única salida de la Primera garganta es un espacio de 110 m de ancho a unas dos terceras partes del paso a lo largo de la anchura de las cataratas desde la parte oeste, a través de la cual todo el volumen del río cae en las gargantas de las cataratas Victoria.
La meseta por la que discurre el río Zambeze experimenta una estación lluviosa desde finales de noviembre a principios de abril, y una estación seca el resto del año. La inundación anual tiene lugar entre febrero y mayo con un pico en abril. El agua pulverizada de las cascadas llega a alcanzar los 400 metros e incluso los 800 dependiendo de la estación. No obstante, durante el periodo de inundaciones no es posible ver el pie de la cascada ni tampoco parte de la cortina de la catarata, además los paseos a lo largo del acantilado resultan ser una ducha constante debido al abundante agua vaporizada. Cerca del borde del acantilado, el vapor de agua sube hacia arriba como una lluvia invertida, especialmente en el borde de Zambia. 





Según va entrando la estación seca, las cimas se hacen más anchas y numerosas, desde septiembre a enero más de la mitad de la cara de las cataratas puede llegar a quedarse seca y se puede observar la Primera garganta en casi toda su longitud. En esta estación resulta posible —aunque no necesariamente seguro— caminar a lo largo de algunos de los tramos de las crestas del río. También es posible caminar desde la parte inferior de la Primera garganta hasta la parte de Zimbabue. El menor caudal sucede en noviembre, y es una décima parte del de abril; esta variación de caudal también es mayor que en otras grandes cascadas y hace que la media anual de caudal de las Cataratas sea menor de lo esperado si se compara con la máxima.
El tamaño de las Victoria es casi el doble que las cataratas del Niágara, y más de dos veces el tamaño de las Horseshoe. Sólo rivalizan con las cataratas del Iguazú en Sudamérica.
Los diferentes pueblos que han habitado cerca de las cataratas las llamaron de diversas maneras, tales como Shungu na mutitima, a Manza Thunqayo o Mosi-oa-Tunya, significando todas ellas significan lo mismo: “el humo que truena”.
El primer europeo en ver las cataratas fue David Livingstone, el 17 de noviembre de 1855. Aunque las cataratas eran bien conocidas por las tribus locales, los europeos eran reacios a creer que existiesen debido a que la falta de montañas y valles hacía improbable una formación de este tipo.
Desde 1860 hasta 1875 se hicieron estudios detallados de las cascadas tanto por Livingstone como por otros exploradores europeos, aunque no fue hasta que se construyó el ferrocarril, en 1905, cuando otros europeos comenzaron a visitar el lugar.





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