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viernes, 4 de julio de 2014

SHIBAM. La Manhattan del desierto.


Los edificios de Shibam, construidos con arcilla hace más de 500 años, anteceden a los famosos rascacielos de cemento y metal que enorgullecen a Nueva York. A pesar del tiempo y los desastres naturales, esta ciudad aún conserva su belleza y estructura original. Patrimonio en restauración.
Desde el cielo, Shibam se levanta como una ciudad dorada. Brillan las pajas que le dan consistencia al adobe de las construcciones, brilla la cal que recubre las fachadas y brilla Rub'al-Khali, el desierto que se extiende sobre el valle del río Hadramaut, a cuyas orillas viven los 7.000 pobladores de esta ciudad llamada la "Manhattan del desierto".
Ya en tierra, la ciudad se descubre detrás de una muralla construida con tierra cruda, como el resto de los 500 edificios que se apiñan en un laberinto que sólo se puede recorrer a pie. Sus calles estrechas no permiten el tráfico de automóviles y para desplazarse por los 1.000 metros de longitud que traza el plano, el turista debe abrirse paso entre callejones que serpentean y se pierden en calles cerradas.
Las construcciones más antiguas en Shibam datan del siglo XVI, pero hay indicios de la existencia de esta ciudad desde el siglo II a. C. Durante décadas fue paso obligado de las caravanas que hacían parte de la famosa ruta del incienso y las especias. Gracias a esa riqueza se fue erigiendo lo que la Unesco calificó en 1982, cuando la declaró Patrimonio Histórico de la Humanidad, "el ejemplo más antiguo y mejor conservado de planificación urbana basado en el principio de construcción vertical".





Se cree que los ciudadanos de la época construyeron esta ciudad como una fortaleza para defenderse de los ataques de los beduinos. Y la única forma de resguardarse sin prescindir del agua del río era construyendo una estructura compacta en un espacio muy reducido.
Los obreros mezclaban -y aún lo hacen- la arcilla con paja y la pisaban con pies y manos hasta obtener una masa suave que se vaciaba en moldes de 40 x 20 centímetros y que luego secaban al sol antes de levantar las construcciones sobre bases de piedras.
La mayoría de las construcciones constan de cinco y seis pisos. En el primero se almacenaban los alimentos, en el segundo se cuidaban los animales domésticos, el tercero se destinaba para el descanso de los hombres, el cuarto, donde está la cocina, era para las mujeres, el quinto servía como área social para toda la familia y el sexto se reservaba para los hijos recién casados.
La opulencia del comercio en el pasado se nota aún en las celosías, marcos y adornos de los pisos más altos y de las cinco mezquitas de la ciudad (una de ellas data del siglo VIII).
Aunque la ciudad y la muralla debieron ser reconstruidas en 1298 y 1532, por crecidas del río, Shibam conserva su estructura y su esencia.







Esto se debe a que las leyes internas exigen, desde hace varios siglos, que cualquier reconstrucción debe hacerse guardando el modelo original de la ciudad. Por eso aún están en pie edificios de hasta 16 pisos y casi 50 metros de altura, que se recubren, cada cierto tiempo, con una capa espesa para protegerla del clima y el paso del tiempo.
En 1982, después de que una crecida del río amenazara la ciudad, se emprendió un plan de recuperación que fue galardonado con el Premio Aga Khan de Arquitectura en 2007 y que hoy sigue en marcha. El gobierno ha fomentado la construcción de nuevos edificios utilizando la técnica de adobe y el comercio ha crecido con los miles de turistas que llegan cada año, garantizando la supervivencia de la que ha sido catalogada como la poseedora de los rascacielos más antiguos del mundo.








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